Noticia generada a partir de Rita Simas Bonança y Beatriz Rodrigues, una noticia de Público (publico.pt)
La falta de recursos y apoyo efectivo deja a miles de estudiantes sin la inclusión prometida
El Decreto-Ley n.º 54/2018 en Portugal se presentó como un paso adelante en la educación inclusiva, eliminando las barreras para los alumnos con necesidades educativas especiales y garantizando igualdad de oportunidades en el acceso a la educación. Sin embargo, en la práctica, las dificultades persisten, dejando a miles de niños y jóvenes sin el apoyo adecuado.
Según el análisis de Rita Simas Bonança y Beatriz Rodrigues, publicado en el diario Público el 24 de febrero de 2025 (fuente original), la falta de recursos humanos y materiales impide una implementación efectiva del sistema inclusivo. Profesores sin formación específica, la escasez de terapeutas y asistentes operacionales, junto con una estructura rígida, generan obstáculos en lugar de soluciones.
La inclusión sin apoyo puede ser exclusión
Uno de los problemas señalados es el abandono del modelo de categorización de los alumnos con necesidades especiales, que aunque buscaba evitar etiquetas y fomentar la equidad, ha terminado por dificultar el acceso a los recursos que estos estudiantes requieren. Niños con trastornos como TDAH, autismo o dislexia no siempre reciben el apoyo necesario, lo que profundiza las desigualdades en el aula.
Sin estrategias de adaptación efectivas, los docentes enfrentan serias dificultades para garantizar que todos los estudiantes progresen en igualdad de condiciones. Además, las familias muchas veces quedan fuera del proceso de toma de decisiones, viéndose obligadas a luchar por el derecho de sus hijos a una educación de calidad.
Comparación con otros países
El modelo inclusivo de Portugal enfrenta desafíos similares a los de otros países. En España, por ejemplo, las reformas han avanzado en la eliminación de barreras estructurales, pero todavía se observan problemas en la dotación de profesionales especializados. En países nórdicos como Finlandia, se apuesta por un enfoque más personalizado con apoyo constante para cada alumno, garantizando que ningún niño quede rezagado.
En contraste, en Portugal la implementación del Decreto-Ley 54/2018, sin el refuerzo de medidas adecuadas, ha generado un efecto contrario al deseado: en lugar de fortalecer la inclusión, ha dejado a muchos niños en una situación vulnerable y sin el soporte necesario para desarrollarse plenamente.
Conclusión: una educación inclusiva en riesgo
El análisis de Rita Simas Bonança y Beatriz Rodrigues es una llamada de atención sobre la necesidad de revisar y mejorar el modelo educativo inclusivo en Portugal. Sin recursos suficientes ni estrategias adaptadas a las realidades de cada estudiante, la promesa de una escuela para todos se convierte en una ilusión más que en una realidad tangible.
Miles de niños y jóvenes siguen esperando una educación verdaderamente inclusiva, donde no solo se eliminen las barreras burocráticas, sino que se garantice un acceso equitativo a las herramientas y apoyos que necesitan para aprender y crecer en igualdad de condiciones.