El «Monstruo de Navasfrías»

En las recientes XVIII Jornadas de Historia y Cultura de Ciudad Rodrigo (noviembre 2025), el historiador Francisco Javier Morales Paíno presentó un estudio sobre un suceso acaecido en 1688: el nacimiento en el pueblo de Navasfrías de un bebé con graves malformaciones.

Los relatos de la época —repletos de exageraciones y adornos grotescos— describían al recién nacido como un ser híbrido: una de sus supuestas cabezas era humana y la otra de jabalí; sus extremidades, mezcla de formas humanas y animales; con patas semejantes a las de un avestruz.

Ante la fascinación y el morbo popular, el bebé fue exhibido públicamente —incluso trasladado hasta la plaza de Lisboa— como “fenómeno extraordinario”, en una práctica habitual en la época con criaturas consideradas “monstruosas”.

La interpretación que se dio entonces fue de corte moral y religioso: los progenitores, hacendados acomodados, habían insistido insistentemente en engendrar descendencia, contrariando lo que se consideraba la voluntad divina. Ese deseo habría generado ese “castigo” divino, según la superstición dominante, y la Iglesia reforzó esa lectura punitiva.

Francisco Javier Morales Paíno advierte que este episodio —la deformación real o percibida, su exageración, su difusión por prensa sensacionalista, su exhibición pública— no fue un caso aislado, sino parte de una tradición histórica donde la “otredad física o mental” se vinculaba a monstruosidad, castigo o maldición.


Reflexión histórica: discapacidad, miedo y estigma

Este suceso revela lo que muchas sociedades —en diferentes épocas— han hecho con lo que hoy entendemos por discapacidad o diversidad funcional: transformar lo desconocido o diferente en algo temible, en un espectáculo o en una señal divina, antes que en una condición humana sujeta a respeto, cuidado y dignidad.

La deformidad del recién nacido fue interpretada como algo monstruoso, digno de exhibición o condena. Se trató como un castigo divino, una rareza aberrante, alejada de la dignidad humana. Esa percepción generó rechazo y estigmatización, impulsada por relatos sensacionalistas que alimentaban prejuicios.

Conocer episodios como este puede servir para reflexionar desde la escuela sobre la historia de la discapacidad, sobre cómo las comunidades han marginalizado a lo diferente, y cómo el miedo y la ignorancia han sido usados para justificar el maltrato, la culpabilización o la exclusión.

Además este caso histórico puede convertirse en un recurso para enseñar empatía, respeto, y dignidad: para mostrar que detrás de cualquier “rareza” hay una persona, con los mismos derechos, que no debe ser reducida a mito, espectáculo o condena.


Fuente: artículo “El monstruo de Navasfrías cuyo nacimiento maldito fascinó en 1688”, de La Gaceta de Salamanca, recuperado por Francisco J. Morales Paíno.

Esteban Holgado Tomé

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